San Juan se celebra en Cerro Negro con
tanto entusiasmo como si fuera año nuevo.
En todas las casas
se efectúan practicas de sortilegio: en la noche de San Juan se tiran tres papas
debajo de la cama, se esperan las doce de la noche para sacarlas. Quien saca
aquella papa totalmente pelada tendrá mala suerte: la papa a medio pelar,
indica regular fortuna; la papa sin mondar dará suerte a su poseedor. Se
hace la prueba del espejo y la del lavatorio con agua, donde se reflejaran cosas
bellas o nefastas, que esperan quienes buscan saber algo de los misterios del
porvenir.
Mucha gente cree y
espera ver florecer la higuera, debajo de la cual rondan visiones terroríficas,
mientras se acerca la medianoche. Y todos, o casi todos, los habitantes de
Cerro Negro beben a esta hora la infusión que se ha preparado de tres cogollos
de hinojos, que dará fuerza y vigor a quienes la beban esa noche.
Al día siguiente se
hacen juegos de destreza como aquel de matar el gallo. Hubo un San Juan que
perdió la cabeza. La tradición indica aquí el meter un gallo en tierra,
dejándole sólo la cabeza afuera. Los competidores de a caballo deben pasar al
galope y con una varilla cortarle la cabeza al gallo, o arrancársela con la
mano.
El premio para el
vencedor de tal destreza es comerse el ave asada, muy ahogada en buenos tragos
de vino tinto.
(Versiones de Iván
de los Ríos, Calle Larga, Santa
Clara)
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